25 de noviembre de 2011

De la mano...

Le miraba desde lo más lejos que podía apollada en la barandilla de la escalera mecánica. Lo más lejos eran como máximo 5 metros hacia abajo. Los mismos 5 metros que había desdendido ella, peldaño a peldaño, desde la felicidad máxima de la libertad hasta la profunda dependencia en él (y todo esto a pesar de que no sabía absolutamente nada de lo que a él se le pasaba por la cabeza cada vez que la buscaba con la mirada).
-¿Por qué va solo? -murmuró en formato susurro.
-Alomejor quiere que TÚ le acompañes.... -se alzó una voz entre toda la pandilla.
-No -sentenció. -Si quisiese que yo le acompañase me cogería de la mano, me llevaría con él.
-Pero eso él no lo sabe... -volvió a sonar otra voz sabia de entre todos.
Se quedó pensando durante lo que a ella le pareció mucho tiempo. Era posible que él no lo supiera. No se puede decir que se armara de valor, pues fueron los demás los que comenzaron a vestirla para salir a luchar. Bajó los 5 metros, que derepente le parecieron 50, y se acercó a su oído:
-¿Sabes que para que alguien te siga lo mejor es darle la mano?
Y él se giró asombrado, ella era más valiente que él. Probablemente ya lo sabía, lo sabía desde el día que se encaró contra la tormenta y se paseó desclaza junto a él. Y se quedó mirándola...


chs! continuará....

2 comentarios:

  1. oooooooooooooish!!!!!!!

    La chica de los pies descalzos va a hacer que hagamos una novela entre las dos!

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  2. no dejes de escribir... espero más entradas medio año ya, venga!!

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