25 de noviembre de 2011

De la mano...

Le miraba desde lo más lejos que podía apollada en la barandilla de la escalera mecánica. Lo más lejos eran como máximo 5 metros hacia abajo. Los mismos 5 metros que había desdendido ella, peldaño a peldaño, desde la felicidad máxima de la libertad hasta la profunda dependencia en él (y todo esto a pesar de que no sabía absolutamente nada de lo que a él se le pasaba por la cabeza cada vez que la buscaba con la mirada).
-¿Por qué va solo? -murmuró en formato susurro.
-Alomejor quiere que TÚ le acompañes.... -se alzó una voz entre toda la pandilla.
-No -sentenció. -Si quisiese que yo le acompañase me cogería de la mano, me llevaría con él.
-Pero eso él no lo sabe... -volvió a sonar otra voz sabia de entre todos.
Se quedó pensando durante lo que a ella le pareció mucho tiempo. Era posible que él no lo supiera. No se puede decir que se armara de valor, pues fueron los demás los que comenzaron a vestirla para salir a luchar. Bajó los 5 metros, que derepente le parecieron 50, y se acercó a su oído:
-¿Sabes que para que alguien te siga lo mejor es darle la mano?
Y él se giró asombrado, ella era más valiente que él. Probablemente ya lo sabía, lo sabía desde el día que se encaró contra la tormenta y se paseó desclaza junto a él. Y se quedó mirándola...


chs! continuará....

22 de noviembre de 2011

diccionarios.

-No puedes decir que no lo comprendes -dijo Ella- es tan fácil como traducir todas las veces que te digo "idiota" por "te quiero" y sabrás exactamente lo que me pasa contigo. Idiota.

7 de noviembre de 2011

LLUEVE.

Llevo toda la tarde intentando que el RAYO que Miguel Hernández intentó por todos los medios que cesase, cese. Y cuando ya lo tenía casi conseguido, cuando por fín había logrado dominarlo y centrarme en la poesía superficial, en la métrica y en las formas, en verlo todo como una novela, te leo a tí. Entre los versos, en una historia cercana, en un domingo parecido a un sábado, en un portal, en unos calcetines fríos, en paragüas...


¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita

de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:

de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota

y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.

Miguel HERNÁNDEZ, El rayo que no cesa

P.d: y fuera llueve muchísimo, y me he dado cuenta de que las gotas de lluvía forman la melodía perfecta para acompañar mis suspiros... cuando quieras te grabo el CD.

4 de noviembre de 2011

La súplica


Dame mil besos, luego cien mil;
luego otros mil, luego otros cien mil;
luego hasta otros mil, luego cien mil.
Después, hechos ya muchísimos miles,
revolvámoslos, para que no lo sepamos nosotros,
ni ningún malvado pueda mirarnos con malos ojo,
cuando sepa cuántos besos nos dimos.


Catulo, Basia mille (S. I aC)



28 de octubre de 2011

En broma te digo quiereme...

No sé desde hace cuando cambiaría las bromas por abrazos, las peleas por caricias, los insultos por "te quieros", las mentiras por besos, evitarte por darte la mano, callarme por gritar que me da igual todo, los secretos por susurros en la oreja, los suspiros por tumbarme a tu lado... Pero lo daría todo para que me mirases siempre igual.

23 de octubre de 2011

Amor platónico

Platón ocúpa toda mi cama, aunque lo echas de aquí cada vez que paseas por mi mente... y deberías ser tu quién estuviese aquí...





Por cierto, no hay mejor música de fondo que las gotas de agua golpeando en cristal.

21 de octubre de 2011

En chándal no se puede entrar.

Tu no lo sabes, ni lo sabrás, o si, o te dará igual (como todo), o te reirás de mi. Pero has llegado en el peor momento, de eso estoy yo segura. Y lo peor esque es cuando más lo necesito... una pena que no se pueda entrar en chándal...